Aunque tengo poco tiempo para sentarme a darle a la tecla -ya largaré- me ha encantado la discusión en la Drawing Room -la salita victoriana del té-, así que voy a contar la otra experiencia en la que me hice pasar por no-española a posta y nada más que para tocar las narices. Ésta fue hace dos años, me parece, si no tres. Por ahí anda la cosa.
Victoria de nuevo, esta vez en el Underground. Localizo la única ventanilla abierta del metro, que está en obras, y me acerco tranquilamente hacia la última persona de la cola. De repente, cuando ya estoy desacelerando para colocarme en la cola, dos personitas, él y ella, empiezan a dar pasitos super rápidos y se me colocan justo delante. Delante que tengo que frenar en seco porque me los como si no, con el resultado de que la persona que anda detrás mía choca contra mí. Le pido disculpas mientras Él y Ella se miran entre sí y sonrien cómplices, como si lo que acaban de hacer no es la niñatada de patio de colegio que es, sino un adelanto por la derecha con mucho mérito y que les hace ser muy molones. No lo sé. 'Españoles', pienso para mis adentros, y no por acusar, sino porque España es muy chica y todos nos parecemos. De repente, Él y Ella comienzan a hablar, en castellano por supuesto. Creen que han sido rápidos y astutos para meterse ahí de tapadillo en la cola, pero resulta que no tienen ni idea de qué hacer ni a donde tienen que ir ni como funciona el metro en general.
Miran a su alrededor. Reparan en nuestro aspecto, podemos ser españoles también; compatriotas buenagente que los sacarán del apuro, menos mal. Justo en el momento en que leo alivio en sus ojos, abro la boca y comienzo a hablar en inglés, con el máximo acento posible que puedo fingir. Vuelven a mirarme, pensando que se han equivocado, comentando que a ver a quién preguntan. Finalmente, deciden abandonar la cola,y yo recupero el sitio y el castellano.
Moraleja: Por regla general, y especialmente si estás en suelo no-patrio, abstente de ser un gilipollas sin un buen motivo.